Hace una semana se fue mi gemelito al seminario. Desde el día en que se fue no he tenido noticias suyas, tal y como me dijo que sucedería, espero que se encuentre bien y feliz de estar en donde ha sido su sueño permanecer.
Extraño mucho las tardes en las que platicábamos, cuando pasábamos horas y horas hablando de cualquier cosa que se nos ocurriera, siempre había algo de qué hablar, algo qué compartir.
También extraño aquellas noches en las que alguno no podía dormir y nos despertábamos en la madrugada para empezar de nuevo alguna plática.
Mientras hablábamos me llenaba de una especie de paz, de tranquilidad que ahora siento que me hace falta y tal y como me lo dijo, ahora escucho la grabación de una conversación que tuvimos hace algún tiempo. En verdad me ayuda, me hace reir de nuevo.
Pasado mañana entraré de nuevo a la escuela, sé que habrán varios cambios de nuevo en mi vida, habrá compañeros nuevos, maestros nuevos, muchas cosas será diferentes y espero éste año ya no tener problemas con ciertas personas.
Hace un rato estaba hablando con mi madre, le pregunté de nuevo si quería entrar al curso de iniciación de la comunidad en la que estoy. El curso iniciará el 1 de septiembre y ya debo ir diciéndole a la gente para que entre. Lamentablemente es mi familia la que se opone a entrar.
Cuando me dijo que no entraría me llené de tristeza, porque no es un rechazo hacia mi sino que sentí que era a Dios a quien le estaba diciendo que no. Por más que le he insistido no quiere ir y eso me duele mucho.
El regreso a clases me pone un poco nerviosa, no sé qué me espera este año, pero lo que is se es que quiero esforzarme mucho para aprender todo lo que necesito para el día en que presente mi examen de admisión...
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